Monte Fuji -Japón
la Familia Imperial
【Sus Majestades, el Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko】
El Emperador Akihito, que ascendió al trono el 7 de enero de 1989, tras el fallecimiento del Emperador Hirohito (conocido, después de su muerte, como el Emperador Showa), nació en Tokio el 23 de diciembre de 1933, y es el hijo mayor del Emperador Showa y de la Emperatriz Nagako. El Emperador Akihito (entonces Príncipe Heredero) llevó a cabo sus estudios primarios y secundarios en la Escuela Gakushuin. En 1952, ingresó en el Departamento de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Gakushuin. En el año 1952, se celebró, también, su Ceremonia de Llegada a la Mayoría de Edad y su Investidura como Príncipe Heredero, después de lo cual comenzó a asistir a diversas funciones imperiales y a participar en acontecimientos nacionales e internacionales en forma oficial. A partir de abril de 1954, el Príncipe Heredero Akihito continuó sus estudios universitarios como oyente y finalizó su educación universitaria en marzo de 1956. El Emperador Akihito se ha dedicado durante muchos años a un estudio de clasificación de los peces góbidos, siendo miembro de la Sociedad Ictiológica del Japón. Además de sus investigaciones, el Emperador Akihito muestra un gran interés por la naturaleza y su conservación, así como también por la historia. El 10 de abril de 1959¸ el Príncipe Heredero Akihito contrajo matrimonio con la Señorita Michiko Shoda. El mismo Príncipe Heredero Akihito eligió como esposa a la Señorita Shoda, una persona cálida y sincera y amante de la naturaleza así como también de la literatura, el arte, la música y los deportes. Su elección fue bien recibida por todas las personas allegadas, como lo manifiestan las siguientes palabras: "El Príncipe Heredero la eligió, tal como la elegimos nosotros". El anuncio del compromiso matrimonial fue acogido cariñosamente por la nación, que manifestó su aprobación y satisfacción al conocer el estilo de vida sencillo pero decoroso de la familia. El Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko tienen tres hijos, el Príncipe Heredero Naruhito, el Príncipe Fumihito y la Princesa Sayako, a quienes, a pesar de su vida atareada, la Emperatriz Michiko ha criado personalmente con gran afecto. Los ha amamantado y les ha brindado su amor de todo corazón. Cuando sus hijos eran de edad escolar, ella era la que les preparaba, todas la mañanas, los refrigerios que llevaban a la escuela, sabiendo que ésta era la única ocasión en que podía dedicarse completamente a ellos. De acuerdo con la Constitución del Japón, el Príncipe Heredero actuó en representación del Emperador Showa en asuntos de estado durante sus visitas al extranjero y a partir de la enfermedad del Emperador Showa en septiembre de 1987. El 12 de noviembre de 1990, la Ceremonia de Entronización de Su Majestad el Emperador se llevó a cabo en el Palacio Imperial. Representantes de 158 países, muchos de ellos monarcas y jefes de estado, y de dos organizaciones internacionales, asistieron a la ceremonia. Desde que ascendió al trono, el Emperador Akihito ha llevado a cabo sus tareas y funciones de estado en el Palacio Imperial. Como lo determina la Constitución del Japón, el Emperador es "el símbolo del Estado y de la unidad del pueblo", y su posición deriva de "la voluntad del pueblo en donde reside el poder soberano". El Emperador no posee poderes relacionados con el gobierno. El Emperador ejecuta sólo los actos que se encuentran estipulados en la Constitución. De esta forma, actúa en ciertos asuntos de estado tales como el nombramiento del Primer Ministro designado por la Dieta Nacional y del Presidente de la Corte Suprema de Justicia designado por el Gabinete, confirma el nombramiento de los Ministros de Estado y de otros funcionarios así como también confirma los plenos poderes y las credenciales de embajadores y ministros, y recibe a embajadores y ministros extranjeros. El Emperador también ejecuta actos en representación del pueblo, tales como la promulgación de leyes, órdenes de Gabinete y tratados, convoca a la Dieta y concede honores, así como también participa en funciones ceremoniales. El Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko se encargan de las funciones imperiales que debe realizar el Emperador tales como la Recepción de Año Nuevo, las conferencias de Año Nuevo dadas anualmente por académicos de diferentes áreas, la Lectura de Poesías Imperiales de Año Nuevo, las fiestas en el Jardín Imperial, y las recepciones para Invitados de Estado e Invitados Oficiales de países extranjeros. También les dan la bienvenida al Palacio Imperial y a su Residencia, a miembros de la realeza y a personas distinguidas, entre los que se incluyen ministros y embajadores de países extranjeros, y reciben en audiencia a ciudadanos japoneses provenientes del ámbito administrativo y diplomático, así como académicos, artistas y a personas relacionadas con el bienestar social. Todos los años la Pareja Imperial recibe en el Palacio a más de mil miembros de los Voluntarios Japoneses para la Cooperación en Ultramar a su partida del Japón y, a su regreso, para escuchar el reporte de su misión. La pareja imperial asiste, también, a acontecimientos que se llevan a cabo en diversas partes del país.
【Su Alteza Imperial, la Princesa Sayako】
Su Alteza Imperial, la Princesa Sayako conoció América del Sur y Central, en visitas oficiales a Brasil en 1995 y a Perú y Bolivia en 1999. También visitó a Uruguay del 16 al 20 de noviembre de 2003, siendo la primera vez que un integrante de la Familia Imperial llegó al país. En noviembre del 2005 perdió su condición imperial y su título al casarse con un plebeyo, Yoshiki Kuroda, un funcionario del Ayuntamiento de Tokio, y un antiguo amigo de su hermano, Akishino.
【Impresiones de Su Alteza Imperial, la Princesa Sayako, sobre su estadía en Uruguay】
Estoy sumamente agradecida por los cordiales tratos por parte del Presidente de la República del Uruguay, Dr. Jorge Batlle y las autoridades del gobierno y del parlamento. Agradezco muy especialmente a la Sra. Mercedes Menafra de Batlle quien ha preparado diversas actividades en distintos lugares y me ha acompañado a pesar de tener una agenda tan ocupada. Me ha tratado como su hija tal como me lo había dicho. Del mismo modo, quisiera transmitirles mi agradecimiento desde el fondo de mi corazón a aquellos uruguayos que me han brindado cordiales bienvenidas en cada lugar que visité. Primero que nada, lo que me impresionó fue que el pueblo uruguayo sigue manteniendo el espíritu que tenían los fundadores de este Estado. Supongo que la estabilidad de este país y el orgullo en sí mismo tienen fuertes vínculos con el hecho de que los uruguayos encuentren el ideal con el cual siempre se puede volver al origen y el espíritu, que deben ser las directrices que siguieron los creadores del Estado. Ya con anterioridad a la visita había escuchado acerca del temprano inicio que tuvo el Uruguay como estado de bienestar y del alto nivel educativo de su población. Habiéndolo visitado, he podido sentir la calidad excelente que tiene el Uruguay, con el Río de la Plata que posee una magnificencia mayor de lo que había previsto, con su territorio fértil, que se representa por sus pasturas que se extienden por todo el horizonte, y con su pueblo de sonrisa alegre y de carácter cordial. También me ha impresionado que para afrontar los distintos problemas nacionales, se estén creando proyectos que confían en el futuro y en la potencialidad que tiene su pueblo. Con la amplia actividad que Uruguay desarrolla en el ámbito internacional, conjuntamente con sus esfuerzos a nivel diplomático, este pequeño país que se encuentra entre grandes, me ha hecho reflexionar acerca de lo que puede enseñar al mundo sobre la manera y el buen sentido en que se debe ser como país. Vine a visitar esta tierra después de que pasaron dos años desde el 80° Aniversario de las Relaciones Diplomáticas entre Japón y Uruguay. Me siento muy agradecida por la simpatía y amistad de los uruguayos hacia Japón y de ver los resultados de la cooperación técnica de Japón y me doy cuenta de que es fundamental realizar esta visita para fortalecer ese vínculo de amistad que se ha venido construyendo durante los últimos 80 años. Particularmente, con mi mayor respeto por los inmigrantes que contribuyeron, con su buena disposición hacia los japoneses y como ciudadanos uruguayos enfrentando las dificultades con esfuerzo y sufrimiento. La distancia geográfica que existe entre los dos países no es una barrera fácil de sortear, y para lograrlo se necesita un esfuerzo constante de ambas partes. Bajo la lluvia beneficiosa, conmemorando mi visita al Uruguay y como un símbolo de amistad entre Japón y Uruguay, un árbol joven de ombú lleva mi nombre. Deseo de todo corazón que las relaciones amistosas de dos países se amplían y consolidan aún mas, enriquecido por la amistad y confianza que unen a todas las personas dedicadas a este fin al igual como también que este árbol crezca sanamente bajo las miradas de los cuidadores del Bosque de Ombúes por las generaciones siguientes.
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